El impacto que el Virus de Inmunodeficiencia Humano (VIH) tiene en el ámbito de la pediatría debe trascender, tanto para lograr que los padres y madres se responsabilicen en el cumplimiento de los controles y tratamientos indicados, como para que se apliquen políticas públicas de apoyo a los niños, niñas y familiares, que viven con esta condición de salud.
Así lo sostiene la doctora María Graciela López, Médica especialista Infecto-Pediatra del Hospital Infantil J.M. De Los Ríos, partiendo de la estadística que alrededor de un 70% de los adolescentes con VIH quedan huérfanos en algún momento de su infancia.
López explica que cuando un niño nace con VIH adquirido de su madre por falta de diagnóstico precoz, significa que habrá un virus multiplicándose en un ser humano en pleno desarrollo, impactando en su sistema nervioso central, produciendo deterioro en su maduración, trastornos motores, retraso de lenguaje y aprendizaje, además de procesos infecciosos recurrentes como otitis, meningitis, neumonía y otras enfermedades oportunistas.
Pero tan grave como ello es lo que socialmente también le sucederá. “En lo social el impacto es muy duro, primero por la discriminación y segundo porque hay una población huérfana muy importante ya que los padres fallecen por complicaciones asociadas a la enfermedad, o se avocan tanto al cuidado de sus hijos e hijas por el sentimiento de culpa que llegan a descuidar su propia salud”, asegura López.
Afirma que las ONG son los ángeles de estas personas, pues ante la falta de voluntad y de políticas públicas han asumido el rol de protección y cuidado de muchos, de hecho comenta que en el hospital de niños de Caracas hay una Organización que creó una casa hogar que atiende a los niños y niñas cuyas familias por condiciones económicas no puede cuidarlos, o que quedan en situación de orfandad.
Como miembro de la Directiva de la Sociedad Venezolana de Infectología la especialista destaca, que lamentablemente en Venezuela y otros países el VIH es una condición de salud que se maneja en privacidad por el estigma y la discriminación, “yo creo que es fundamental insistir que el VIH no se transmite por un beso, un abrazo, contacto con lágrimas, con saliva, con sudor, con heces, sino solamente por medio de relaciones sexuales sin protección, transfusión de sangre no estudiada y aquellos usuarios de drogas inyectables que comparten aguja o el niño al nacer de una madre con el virus sin aplicar la profilaxis”.
Enfatiza que la recomendación inequívoca es el control adecuado de absolutamente todas las mujeres embarazadas, un mensaje inclusive no solo para las futuras madres, sino también para los gineco-obstetras. “Durante la gestación se debe considerar no solo el peso, la talla, la presión arterial y el ecosonograma de la embarazada, hay que pedir la prueba de VIH en cada trimestre del control prenatal, o al menos en el primer y último trimestre”, afirma.
Las mujeres deben saber que con un diagnóstico de VIH desde el inicio del embarazo los tratamientos pueden bajar la carga viral y aumenta la probabilidad que el niño nazca sano, además que habrá la preparación para aplicar los protocolos indicados al momento del nacimiento como cesárea, eliminación de lactancia materna y tratamiento antirretroviral hasta las seis primeras semanas de vida.
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Prensa, StopVIH, CNP. 6.126.