Las pruebas diagnósticas de la infección por VIH se pueden distribuir en tres grandes grupos: pruebas rápidas, de detección y de confirmación.
Las pruebas rápidas consisten en la toma de una muestra de saliva o de sangre (en este último caso tras un pequeño pinchazo en el dedo). Esta muestra se introduce en un soporte sólido que contiene reactivos que proporcionan el resultado de la prueba en unos 20 minutos. Estas pruebas son capaces de detectar infecciones por VIH unos 3 meses después de haber entrado en contacto con el virus (intervalo de tiempo conocido como “período ventana”). En el caso de realizarse antes de cumplirse dicho período, su capacidad para detectar la infección por VIH disminuye. Aparte de la rapidez en la obtención de resultados, otra ventaja que ofrecen estas pruebas es que pueden realizarse sin la necesidad de instrumentación de laboratorio, por lo que son las que se utilizan en entornos no sanitarios tales como organizaciones de apoyo y prevención.
Las pruebas de detección se basan en el test denominado ELISA (de las siglas en inglés, Ensayo por Inmunoabsorción Ligado a Enzimas). Las pruebas ELISA han ido evolucionando (existen cuatro generaciones) y refinándose. Así, mientras que los ensayos de primera generación solo permitían detectar determinados anticuerpos, los de cuarta generación detectan múltiples anticuerpos e incluso proteínas del propio virus tales como el antígeno p24 –que tiene una concentración elevada en sangre durante la fase primaria de la infección-. De este modo, las pruebas ELISA de cuarta generación permiten detectar infecciones por VIH a las dos semanas de producirse, a diferencia de las de primera generación, que únicamente podían detectar el virus transcurridos 3 meses desde su entrada al organismo.
En el entorno sanitario público español se suelen utilizar tests ELISA con capacidad de detección entre 2 y 8 semanas después de la infección.
En personas que han recibido algún tipo de profilaxis postexposición (PPE), esto es, medicamentos anti-VIH tras un contacto de riesgo para prevenir la infección, las pruebas ELISA de cuarta generación solo podrán detectar la infección tres meses después del contacto de riesgo.
Si las pruebas rápidas o de detección ofrecen resultados negativos se considerará que la persona no está infectada. En el caso de que arrojen un resultado positivo es preciso llevar a cabo una prueba de confirmación, denominada Western Blot, que permitirá determinar si diagnóstico es correcto, ya que detecta los anticuerpos de forma más precisa. El motivo de que se utilice únicamente como prueba de confirmación es su elevado costo.
Fuente: gTt-VIH