La estructura básica del VIH es similar a la de otros virus. El VIH tiene un centro de material genético rodeado por una capa protectora, llamada cápside. El material genético del centro es ARN (ácido ribonucleico), que contiene la información que el virus necesita para replicarse(hacer copias de sí mismo) y realizar sus funciones. Se puede pensar al ARN como si fueran las reglas con las que el virus cumple para poder vivir.
En el VIH, el ARN viral tiene una proteína llamada «transcriptasa reversa» que es crucial para la replicación del virus dentro de las células T, los glóbulos blancos que ayudan a coordinar las actividades del sistema inmunológico. (La función de la transcriptasa reversa, que significa «escribir al revés», será explicada luego cuando hablemos sobre cómo el VIH infecta a las células T).
El VIH, al igual que otros virus, tiene proteínas que son específicas a si mismo. Estas proteínas se llaman antígenos. Los antígenos cumplen diversas funciones en la replicación viral. En el caso del VIH, la combinación de dos antígenos, gp120 y gp141 permiten que el virus se enganche e infecte a la célula T. Estos antígenos están ubicados en la superficie del virus. (Otro antígeno del VIH es p24, un antígeno del centro del virus que se mide para calcular la cantidad de virus que flota libremente en la sangre de las personas VIH positivas).
El VIH ataca las células T
Las células T son el blanco principal del VIH en la sangre, y actúan como el anfitrión que el virus necesita para replicarse. Sin embargo, los macrófagos, monocitos y otras células del cuerpo también pueden ser infectadas con el VIH. Las células T tienen un núcleo que contiene material genético tipo ADN (ácido desoxirribonucleico). El ADN celular contiene toda la información que la célula necesita para funcionar. La diferencia entre ARN y ADN es que el ARN es una cadena única de material genético, mientras que el ADN es una cadena doble. Esta diferencia es crucial en el proceso de infección de la célula T por el VIH.
Una característica importante de la estructura de las células T es el sitio receptivo CD4. CD4 es una proteína en la superficie de la célula T. El antígeno gp120 del VIH es la imagen inversa de la proteína CD4. Si el VIH se encuentra en el lugar apropiado de la superficie de la célula T, el gp120 del virus se engancha al sitio CD4 de la célula T. Por este motivo, CD4 se conoce como sitio receptivo o puerto de amarra para el VIH.
Cuando el VIH se une con éxito a la célula T, el próximo paso es inyectar su centro con el ARN viral y la transcriptasa reversa.
El VIH controla a las células T
Una vez dentro de la célula, la cápside se disuelve y libera el ARN viral y a la transcriptasa reversa. Ahora, para infectar a la célula, el ARN viral debe viajar al interior del núcleo de la célula T (donde puede cambiar el código de la célula y convertirla en una fábrica de virus). Sin embargo, para que eso suceda, antes debe ocurrir una transformación importante.
Normalmente, el núcleo de la célula T se comunica con el resto de la célula al transformar ADN en ARN, enviándolo fuera del núcleo. En todas las células del cuerpo, el ARN actúa como mensajero entre el núcleo y el resto de la célula. El ADN fabrica ARN y lo envía para que distribuya órdenes. El pasaporte necesario para que el material genético pueda salir del núcleo es la transformación en una cadena única de ARN. De la misma manera, el pasaporte para entrar al núcleo es la transformación en una cadena doble de ADN.
El ARN viral necesita transformarse en ADN para iniciar el proceso de replicación. La transcriptasa reversa permite que el ARN pida prestado material de la célula y «escriba al revés» una cadena de ADN viral.
Se considera al VIH como un retrovirus porque tiene la capacidad de transformar al ARN en ADN, revirtiendo el proceso que naturalmente ocurre en las células. Ésto se consigue gracias a la transcriptasa reversa. Los retrovirus son una familia especial de virus a la que muy pocos virus pertenecen (a pesar de que quizás existan otros que no han sido descubiertos aún).
El VIH se replica
Una vez transformado, el ADN viral viaja hacia el interior del núcleo de la célula T y se une al ADN de la célula (un proceso similar al de infectar con un «virus» el programa de una computadora). En este momento, si la célula T se activa, comenzará a producir nuevos virus en lugar de desempeñar las funciones normales de una célula T.
En esta etapa pueden suceder varias cosas. El virus nuevo, o provirus, puede permanecer inactivo por mucho tiempo sin detonar la replicación viral, o puede dividirse en dos provirus (un proceso que se llama «mitosis»), o puede comenzar a producir nuevos virus, que brotarán de la pared de la célula T y finalmente la destruirán.
Debido a que el VIH se apodera de las células T «coordinadoras» que ayudan en el mantenimiento de las funciones del sistema inmunológico, el VIH es particularmente devastador para la salud inmunológica. En el proceso de replicación, el virus destruye cada vez más células T. Las células coordinadoras de una parte importante del sistema inmunológico son aniquiladas, lo que deja al cuerpo susceptible a las infecciones oportunistas.