Vivir con VIH no es dejar de vivir

La infección por VIH ya no es considerada una enfermedad mortal, un paciente bajo tratamiento antirretroviral puede mantenerse productivo y libre de enfermedades.

En los años ochenta, cuando comenzaron a aparecer los primeros casos de personas infectadas con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), este virus se consideró una enfermedad mortal. Sin embargo, hoy en día, gracias a los avanzados tratamientos antirretrovirales, la infección por VIH es considerada una enfermedad crónico-degenerativa, lo que significa que puede controlarse y tratarse con un diagnóstico temprano y, por lo tanto, permitir una buena calidad de vida.

El VIH es un virus que afecta directamente al sistema inmunológico del cuerpo, dejándolo no sólo susceptible a complicaciones recurrentes ocasionada por bacterias, virus y hongos, sino que dichas complicaciones se vuelven potencialmente más graves. Aunque el daño al sistema inmune aumenta con el transcurso del tiempo, los medicamentos antirretrovirales limitan la multiplicación del virus y desaceleran el desarrollo del SIDA, que es la etapa más avanzada de la infección de VIH.

Estos tratamientos detienen el daño que causa el VIH al sistema inmune, pero son incapaces de controlar la replicación viral en algunos tejidos del cuerpo. Es por ello que el VIH aún no se puede curar. El tratamiento más común para evitar que el riesgo de complicaciones asociadas con el SIDA comience a ser mayor es el Tratamiento Antirretroviral Altamente Activo (TARAA). La eficacia de este tratamiento debe ser verificada por un médico mediante estudios de sangre que midan la reducción de la carga viral en la sangre y la recuperación del sistema inmune.

En el portal clikisalud.com del Instituto Carlos Slim de la Salud se puede encontrar información sobre el VIH y su tratamiento adecuado en el apartado “A veces sucede”.

En este apartado se tocan los cinco puntos principales para que el tratamiento sea eficaz bajo el cumplimiento óptimo de las indicaciones médicas. Dichos puntos son:

1. Uso de medicamentos. Reducir la dosis indicada por el médico, o bien, interrumpir el tratamiento, puede conducir a complicaciones e incluso a resistencia a los medicamentos.

2. Aspectos emocionales. La familia y los grupos de ayuda son buenas opciones para compartir dudas o preocupaciones, y su apoyo resulta muy importante.

3. Sexualidad responsable. La sexualidad responsable y madura disminuye el estrés, reduce riesgos de cáncer, enfermedades cardiacas y depresión y mejora el sistema inmunológico.

4. Ejercicio y sueño. Los trastornos del sueño pueden ser resultado de una depresión, que con frecuencia requiere de ayuda profesional para superarla y evitar que esta condición afecte la adherencia al tratamiento.

5. Nutrición y energía. Mantener el cuerpo en un óptimo estado de nutrición complementa y refuerza la efectividad del tratamiento.

Una persona bajo tratamiento antirretroviral óptimo se mantiene libre de enfermedades y es productiva. Tener VIH no implica de ninguna manera dejar de vivir, sino adoptar un nuevo estilo de vida.

Fuente: http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=652755