La calidad, modo de preparación y normas sanitarias en la manipulación de alimentos son fundamentales para la buena salud, pero cuando se trata de personas con VIH estas condiciones deben ser extremas.
Lo principal es prevenir ciertas complicaciones y enfermedades asociadas al sida debido a su deficitario sistema inmunológico, para lo cual la alimentación se convierte en una herramienta poderosa de prevención.
De acuerdo a las incidencias médicas entre las enfermedades de más fácil transmisión están la salmonela, listeria o la criptosporiodosis, cuyas primeras consecuencias son diarrea, malestar estomacal, vómitos, dolores musculares, infecciones sanguíneas, todo de alto debilitamiento; de allí que siendo el agua y los propios alimentos portadores de gérmenes, bacterias y parásitos, la manipulación de estos bajo estrictas normas sanitarias, como evitar que la carne y el pescado crudos toquen otros alimentos o se toquen entre sí, es de vital importancia.
Asimismo las personas que han contraído el VIH deben evitar la ingesta de comidas crudas. Carnes, pescado, huevos, vegetales, deben ser bien cocinados y lavados. La recomendación en cuanto a los primeros es cocinarlos hasta que desaparezca su color rosado en el centro de la porción, y en los huevos la yema y la clara deben apreciarse sólidas.
Los vegetales y frutas deben ser lavados pacientemente, así como los utensilios de cocina, incluyendo jabón cuando se trata de tablas de cortar, cuchillos y otros que están en contacto con alimentos crudos. En el caso de la leche y otros lácteos se recomienda beber únicamente productos pasteurizados.
Obviamente lo principal a cuidar es el agua, preferiblemente hervirla aunque sea filtrada, no ingerirla directamente de ríos, lagos o manantiales, evitar consumir hielo sin conocer la procedencia del líquido, y lavar las botellas de agua antes de almacenar las bebidas.
Atención al adquirir los alimentos
Pero también el cuidado de personas con VIH trasciende a la propia preparación de los alimentos. Es importante seguir ciertas pautas al momento de adquirirlos, por ejemplo, leer las etiquetas de los alimentos para comprobar si los productos lácteos han sido pasteurizados, si la comida contiene carne o huevos crudos o si están en fecha vigente.
Asimismo, inspeccionar los envases y bolsas para asegurarse que no estén rotos o abiertos; utilizar bolsas diferentes para las carnes y los pescados, y procurar no mezclar sus jugos o que estos goteen en otros productos.
A la hora de guardar las comidas frías o congeladas, hacerlo inmediatamente después de su compra pues en tan solo horas pueden reproducirse los gérmenes, por lo que no es buena idea dejar los alimentos por mucho tiempo dentro del automóvil o en lugares de calor.
No olvide lavar bien los alimentos y envases antes de refrigerarlos en la nevera.
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