Según los resultados de un estudio danés publicado en la edición electrónica de la revista Clinical Infectious Diseases, gran parte de la mortalidad observada en personas con VIH se atribuye al uso del tabaco. La investigación halló que la pérdida de años de vida como consecuencia del tabaco fue mayor que la provocada por el propio virus.
Los hallazgos ponen de relieve la importancia de incorporar los programas de deshabituación tabáquica en la práctica clínica del VIH.
Gracias al empleo del tratamiento antirretroviral eficaz, el pronóstico de muchas personas con VIH es excelente. Desde la introducción de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA), las tasas de enfermedad y muerte asociadas al VIH se han reducido de forma espectacular, lo que significa que, hoy en día, los factores asociados al estilo de vida podrían dar cuenta de una buena parte de la morbilidad y mortalidad registradas en los pacientes con VIH.
Diversos estudios han puesto de manifiesto que la prevalencia del tabaquismo en personas con VIH es mayor que en la población general. De hecho, la frecuencia de algunas enfermedades que se relacionan de forma muy estrecha con el uso del tabaco es cada vez mayor en pacientes con VIH. Por ejemplo, la enfermedad cardiovascular es una causa muy importante de morbimortalidad en personas con VIH. Asimismo, algunos tipos de cáncer, como el de pulmón, se desarrollan con relativa frecuencia en esta población de pacientes. Con todo, en la actualidad, se desconoce con exactitud el papel que desempeñan el tabaco y otros factores de riesgo potencialmente modificables en la incidencia de estas afecciones.
Con el fin de arrojar algo más de luz sobre esta cuestión, un grupos de investigadores daneses quiso evaluar el efecto del tabaco sobre la mortalidad, el riesgo de muerte, la esperanza de vida y el número de años de vida perdidos por fumar en comparación con el efecto del propio virus sobre los mismos indicadores.
El estudio incluyó a 2.921 personas seropositivas que recibieron atención y tratamiento para el VIH entre 1995 y 2010. Se excluyó de la investigación a usuarios de drogas inyectables. Los participantes con VIH fueron emparejados con un grupo control de 10.642 personas. Ambos grupos de pacientes recibieron un seguimiento de una mediana de cuatro años.
Entre las personas con VIH, un 47% eran fumadoras activas; un 18% eran exfumadoras; y un 35% nunca habían fumado. Las tasas correspondientes en el grupo control fueron de 21%, 33% y 47%, respectivamente.
Los investigadores compararon las tasas de exceso de mortalidad de las personas incluidas en el estudio. Se entiende por exceso de mortalidad a la muerte prematura o la que se produce antes de la esperanza de vida media para una persona de una determinada categoría demográfica. La tasa de exceso de mortalidad en seropositivos fumadores fue de 18 por 1.000 paciente-años en comparación con los pacientes con VIH que nunca habían fumado. La tasa correspondiente en la población general fue de 5 por 1.000 paciente-años.
El riesgo de muerte no asociada a sida fue cinco veces más elevada en seropositivos fumadores que en pacientes con VIH que nunca habían fumado. Asimismo, los participantes fumadores tuvieron un riesgo cuatro veces mayor de muerte por cualquier causa. El riesgo de muerte a causa de enfermedades cardiovasculares fue, aproximadamente, dos veces más elevado en pacientes con VIH fumadores que entre los que no fumaban. El riesgo de muerte debido a cáncer fue también tres veces mayor en seropositivos fumadores.
El tabaquismo tuvo un impacto significativo sobre la esperanza de vida de los pacientes con VIH. Los investigadores calcularon una esperanza de vida de 78 años para una persona de 35 que nunca hubiese fumado. Dicha esperanza disminuyó a 69 años en el caso de los exfumadores y a 63 años en el de los fumadores activos. Por consiguiente, la pérdida de años de vida asociada al tabaco fue dos veces más elevada que la relacionada con el propio virus en esta población de pacientes con VIH.
En sus conclusiones, los investigadores señalan: “El hallazgo de una disminución de la mortalidad en exfumadores frente a fumadores activos enfatiza la importancia de ofrecer consejo asistido a los pacientes con VIH para que abandonen el hábito del tabaco”. Estiman que los pacientes seropositivos perdieron cinco años de su esperanza de vida como consecuencia del propio virus y doce años debido al tabaco.
A la luz de los resultados de este estudio y de otros similares, parece importante integrar programas de asesoramiento y apoyo en las visitas rutinarias de seguimiento. De este modo, las personas seropositivas podrían conocer los riesgos del tabaquismo en el contexto de la infección por VIH, así como recibir ayuda apropiada en caso de que decidan dejar el hábito de fumar.
Fuente: gTt-VIH