Según los resultados de un pequeño estudio presentado en la conferencia monotemática El VIH y el hígado, organizada por la Asociación Europea para el Estudio del Hígado (EASL) y celebrada a principios de diciembre en Brighton (Reino Unido), la depresión no influye en los resultados del tratamiento de la hepatitis C en pacientes coinfectados por VIH. En cualquier caso, los investigadores advierten de que sus resultados son preliminares y que necesitarían confirmarse a través de estudios de mayor tamaño.
A pesar de los recientes avances en el tratamiento de la hepatitis C, con la aprobación de los primeros antivirales de acción directa (DAA, en sus siglas en inglés) telaprevir (Incivo®) y boceprevir (Victrelis®) y con los diversos regímenes de antivirales sin interferón que se encuentran en fase de investigación, es probable que el interferón pegilado continúe siendo uno de los pilares de la terapia en los próximos años. Este fármaco puede causar efectos secundarios significativos, incluyendo alteraciones del estado de ánimo y depresión, lo que no solo tiene un gran impacto en la calidad de vida del paciente, sino que también lleva a algunas personas a suspender el tratamiento.
La depresión es una complicación común y potencialmente grave de la terapia contra la hepatitis C basada en interferón pegilado. Los pacientes con este trastorno psicológico pueden sufrir largos períodos de incapacidad, una menor calidad de vida, tienen de forma potencial más visitas a consultas externas y hospitalizaciones, así como un aumento del riesgo de suicidio. Todo ello subraya la importancia de la detección temprana y del tratamiento de la depresión.
Por esta razón, se recomienda realizar un cribado de síntomas de depresión en los pacientes antes de iniciar el tratamiento contra la hepatitis C y considerar la terapia profiláctica con antidepresivos en pacientes con antecedentes de depresión. Además, la terapia con antidepresivos y el apoyo psicológico se deberían ofrecer a todos los pacientes que desarrollan depresión durante el tratamiento anti-VHC.
Se desconoce con precisión el impacto que puede tener la depresión y el uso de terapia antidepresiva sobre la respuesta al tratamiento en personas coinfectadas por VIH y hepatitis C. Por este motivo, un equipo de investigadores diseñó un estudio prospectivo que incluyó a 38 pacientes coinfectados que estaban a punto de empezar el tratamiento de la hepatitis C con la terapia convencional (interferón pegilado y ribavirina). El objetivo del estudio fue observar si la depresión antes o durante el tratamiento podía influir de alguna manera en los resultados.
Los participantes recibieron tratamiento durante un período de tratamiento de 24 semanas. Aquellos que al finalizar el período de tratamiento tenían carga viral del VHC indetectable se consideró que habían logrado respuesta de fin de tratamiento (RFT). Si, además, los participantes mantuvieron la viremia indetectable durante un período de 24 semanas después de finalizar el tratamiento, se determinó que habían alcanzado una respuesta virológica sostenida (RVS) o, lo que es lo mismo, la curación de la hepatitis C.
La mayoría de participantes fueron hombres (n= 36; 95%), con una media de edad de 41 años. El uso de drogas inyectables fue el principal mecanismo de transmisión de la hepatitis C (n= 35; 92%). Casi dos terceras partes de los participantes (n= 23; 61%) eran portadores de los genotipos 1 y 4 del VHC, los más difíciles de tratar.
Antes de iniciar el tratamiento, todos los pacientes se sometieron a una evaluación de síntomas de depresión a través de una Encuesta Clínica Estructurada según la cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) y la escala de valoración de Hamilton para la evaluación de la depresión. Tres participantes (8%) fueron diagnosticados de depresión mayor (también llamada trastorno depresivo mayor o depresión clínica) a través del uso de estas herramientas de evaluación.
Un total de 32 participantes fueron diagnosticados de depresión tras el inicio del tratamiento contra la hepatitis C y 17 (46%) recibieron terapia antidepresiva.
El tratamiento anti-VHC funcionó bien: 36 participantes (95%) lograron respuesta de fin de tratamiento y 32 (87%), respuesta virológica sostenida.
Cabe resaltar que los tres participantes que fueron diagnosticados de depresión antes de empezar el tratamiento lograron tanto la respuesta al fin del tratamiento como la respuesta virológica sostenida.
El desarrollo de depresión durante la terapia no influyó en los resultados del tratamiento. El empleo de terapia antidepresiva no tuvo ningún impacto sobre la respuesta al tratamiento de la hepatitis C en los pacientes con depresión sobrevenida durante el terapia.
En sus conclusiones, los investigadores señalan: “No se halló una influencia significativa del trastorno depresivo al inicio o durante el tratamiento sobre la respuesta virológica», y añaden que la exposición a los antidepresivos tampoco parece influir sobre la misma.
Dado el reducido tamaño de la muestra de este estudio, los investigadores reclaman la realización de más estudios que permitan validar sus hallazgos. Con todo, consideran que sus resultados apoyan el manejo del trastorno depresivo durante el tratamiento con la terapia convencional como una forma para reducir la tasa de interrupciones del tratamiento como consecuencia de la depresión.
Fuente: gTt-VIH